MIRIAM STANKE//
BADEN – WUERTTEMBERG – ALEMANIA
PROYECTO:
Las sierras de Tauro y Zagros se extienden por el sur de Turquía, el norte de Irak, y el suroeste de Irán y separan las mesetas de Anatolia-iraníes de la tierra baja Mesopotamia. Ellos permiten el movimiento fácil de los traficantes y las fuerzas guerrilleras.
La región de la frontera entre Siria, Turquía, Irak e Irán es parte de lo que se conoce como el Kurdistán y una de las zonas de refugiados más importantes del PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) desde el inicio de su rebelión armada en 1984. Una fuerte resistencia contra las influencias del estado se ha desarrollado sobre todo en la parte turca.
Sin embargo, la resistencia en muchas ciudades kurdas es de gran alcance. La construcción de barricadas y trincheras parece casi como una rutina diaria y el entorno están dispersos con las declaraciones políticas y las banderas de unidades de combate kurdos, además de la omnipresente retrato de Ocalan, a menudo llamado «Apo» entre los kurdos. Mientras tanto, el conflicto ya ha llegado al este de Turquía, dejando más muertes inocentes detrás y alimentando el temor al terrorismo.
La vida cotidiana continúa en el este de Turquía, entre barricadas y una atmósfera de embriaguez de sangre de pensamientos revolucionarios que siguen existiendo, así como la esperanza de paz. Muchos están dispuestos a luchar por sus creencias y se niegan a darse por vencido. Las cicatrices parecen no tener tiempo para sanar mientras las noches se llenan de nuevo con el sonido de los disparos.
En marzo de 2016 nuevos toques de queda se impusieron en varias ciudades de Anatolia oriental y fuertes enfrentamientos aún continúan acompañados de dolor, devastación, rabia y una juventud cada vez más radical.
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