CÉSAR DEZFULI
“BANJUL TO BIELLA”
Eran las 6:40 de la mañana cuando la tripulación a bordo del barco de rescate Iuventa divisó el bote de goma. A bordo viajaban 129 personas que habían partido siete horas antes de la costa de Libia. Y entre ellos estaba Malick Jeng, gambiano de 19 años cuya vida he estado documentando desde que fuese rescatado del mar, con la intención de visualizar qué sucede después de los rescates, una vez que los migrantes llegan a Europa.
Malick dejó su ciudad natal de Banjul, capital de Gambia, cinco meses antes de su rescate en agosto de 2016. Partió solo, sin avisar a su familia, como muchos otros jóvenes que han intentado el viaje a Europa antes que él. Una vez en Libia, centro de operaciones de las redes de tráfico de personas hacia Europa, fue secuestrado durante un mes, tras varios meses de periplo hasta llegar allí. Tan pronto como fue liberado, gracias a un pago enviado por su familia, se puso en contacto con un traficante que lo transfirió a un «centro de conexión» en la costa libia, lugares donde los migrantes con confinados a la espera de embarcar rumbo a Italia. Unas semanas más tarde, el bote de goma en el que viajó saldría de una playa cercana a la ciudad de Sabrata.
Una vez rescatado del mar, Malick primero fue trasladado a Sicilia y luego a Biella, una ciudad en el norte de Italia, donde ha vivido desde entonces, en un centro de recepción temporal llamado Hotel Colibri, un antiguo hotel que se convirtió en un centro para los solicitantes de asilo en agosto de 2016. Allí sus días pasan despacio mientras espera una respuesta a su solicitud de asilo, con la esperanza de recibir la documentación que le permita alcanzar en Europa la vida en Europa con la que un día soñó.