ATOQ RAMÓN
LIMA / PERÚ
PROYECTO: MAL DE OJO
Aunque la última guerra civil peruana ha permanecido en silencio entre nosotros, la violencia no terminó en el año 2000 con las estadísticas de 70.000 personas asesinadas, 3 de cada 4 indígenas. Hay casi 15.000 personas desaparecidas y sus familias siguen buscando justicia.
No hay silencio al respecto. Al menos, ya no en los últimos años. Las protestas urbanas de la generación de la posguerra rompieron la autocensura y estallaron en las calles. Es mi generación, la que nació en medio de «coches bomba», estudiantes desaparecidos y temor generalizado de expresar opiniones contra una dictadura que «luchaba contra el terrorismo».
Para mi generación, esas historias de guerra medio silenciadas ya sonaban lejanas.
Desde que tomé la cámara por primera vez, hace cinco años, la he usado para fotografiar la violencia desencadenada en las calles de Lima, para expresar mi disconformidad. En 2014, con otros cuatro fotógrafos fundamos el colectivo de fotos «MaldeOjo». Muchas culturas antiguas en el mundo, incluyendo los andinos creen que recibir el mal de ojo causará desgracia o lesión. También es el poder de infligir daño a la persona por la mirada.
La documentación de este proceso siempre ha tenido algunos riesgos menores, como amenazas, palizas o un policía que rompe mi cámara. Pero este 5 de enero de 2017, mientras cubría una protesta al norte de Lima, la policía me disparó. De un tanque de la policía fui blanco y tiro balas de pellet. Uno de ellos pasó por mi ojo izquierdo.